Chente estuvo hospitalizado desde agosto tras sufrir una caída accidental en su rancho
Vicente Fernández, considerado un ícono de la música ranchera mexicana, falleció este domingo 12 de diciembre a las 6:15 horas, a la edad de 81 años.
La familia del cantante informó sobre su fallecimiento a través de redes sociales.
El intérprete de «Lástima que seas ajena» y «Por tu maldito amor» se encontraba hospitalizado en una clínica privada de Guadalajara desde agosto tras sufrir una caída accidental en su rancho, que le provocó un traumatismo en la columna cervical.
El llamado «Charro de Huentitán» había sido internado en el mismo establecimiento en julio pasado por una infección en las vías urinarias, que inicialmente se creyó era coronavirus.
Vicente es considerado uno de los máximos exponentes de la música regional mexicana a nivel mundial, con unas 80 producciones discográficas y 25 películas.
En su carrera ha obtenido 3 Premios Grammy, 8 Grammy Latino y tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
La muerte de Chente es el final de una era
Cien pesos. Eso traía Vicente Fernández la primera vez que entró a Estados Unidos. Fue como parte de una caravana artística que llegó a Los Ángeles y de la cual Chente conservaba una foto en la que aparece caminando por las calles del glamoroso Hollywood.
“Andaba yo de baboso viendo las estrellas del Paseo de Hollywood. También veía las camisas de los aparadores pero pues llevaba 100 pesos mexicanos y las camisas, cualquiera, valían 30 dólares, ¡que era un mundo de dinero!».
En esa ocasión iba a cantar en una casa de discos, en la que ni siquiera había micrófono, junto con las Hermanitas Huerta. Ahí lo escucharon los productores que lo contrataron para hacer su primera gira en Estados Unidos.
Lo demás fue… no historia sino construcción de un emporio. “Desde aquí hasta allá”, le respondía Vicente Fernández a quienes lo visitaban en su rancho Los Tres Potrillos y que le preguntaban hasta dónde abarcaba sus tierras. “Hasta allá”, era hasta donde se divisaba el horizonte y “desde aquí” era la entrada del rancho, en donde construyó la Arena VFG. Pero no lo decía para presumir sino como una expresión de una sencillez que nunca abandonó: él siempre se asumió como un hombre de campo que se maravillaba igual que cuando caminó aquella vez por Los Ángeles.
La muerte de Chente es el final de una era, la de los artistas puramente rancheros, un linaje que quizá comienza con Tito Guizar, encuentra su punto álgido con Jorge Negrete y llega a finales del siglo XX con Antonio Aguilar y con el propio Vicente Fernández, quien comenzó su carrera en caravanas artísticas que hacían giras extenuantes.
Vicente Fernández comenzó su carrera cuando de niño ganó un concurso amateur en 1954. “Lo importante no fue haber comenzado tan pronto sino aprovechar muy bien la oportunidad porque esta es una carrera muy hermosa para quien sabe respetarla», declaró a EL UNIVERSAL en una entrevista en 2006, en la cual también declaró que retirarse significaría ir directo a la tumba.
Diez años después, la vida lo obligaría a recapacitar. En medio de las complicadas dolencias por una serie de cirugías en las que le extirparon casi la mitad del hígado a causa de un tumor, en 2012, de una trombosis pulmonar, en 2013, y la operación de tres hernias, en 2015, Chente anunció que se despedía de los escenarios.
“Cuando yo digo me retiro, me retiro”, dijo ante la incredulidad del público, que siempre lo había escuchado decir en sus conciertos que mientras la gente aplaudiera, él seguía cantando.
Fernández nació el 17 de febrero de 1940 en el pueblo de Huentitán El Alto, en el estado de Jalisco. De ahí su mote. Pasó la mayor parte de su niñez en el rancho de su padre, Ramón Fernández, en las afueras de Guadalajara. Siempre dijo que su sueño de ser artista se realizó gracias al apoyo de su madre, Paula Gómez de Fernández, quien lo impulsó a aprender música folclórica y lo llevaba al cine, otra de sus pasiones con la que finalmente pudo debutar como protagonista de la cinta Tacos al carbón, en 1971.