LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
No hay una edad para empezar a leer.
Nadie empieza a leer antes ni después.
Uno se encuentra con su primera gran lectura en el momento, en el lugar y en la circunstancia precisa.
Y eso es lo valioso.
La circunstancia de arranque de cada lector es única e irrepetible. No creo posible que dos personas en el mundo inicien la lectura del mismo libro el mismo día y a la misma hora. Y si lo hacen, cada uno lo hará en circunstancias diferentes.
Me acuerdo cuando leí angustiado el “Werther”, cuando subrayaba con un cerillo “El amor en los tiempos del cólera” hundido en una hamaca de Tehuantepec o, antes incluso, cuando me sorprendió el crepúsculo con “Pedro Páramo” en el sillón de mi casa.
Parece que fue ayer cuando me perdí en las páginas de “El amante de la china del norte”o cuando se me pasaban las horas con Umberto Eco y “El nombre de la rosa”.
Siempre han habido a quienes no les gusta leer, pero creo que cada vez son más quienes leen. Aunque aún son insuficientes.
Alguien dijo que leer te permite vivir muchas vidas. Leyendo podemos vivir nuestra vida al doble o al triple.
Y es que no se trata de amasar conocimiento como quien amasa fortuna. Se trata de acceder al privilegio de vivir mejor.
¿Qué es lo más valioso que tenemos sino nuestra propia vida?
Sin temor a equivocarme, entre más leemos tenemos más oportunidad de vivirla mejor y hace que la vivan mejor las personas a quienes amamos y una que otra que es importante para nosotros.
Borges fue el que dijo que “la lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”, y es la antípoda de aquello que tenemos más conocido de que “la letra solo con sangre entra”.
Por ello nunca, ningún plan predeterminado va a lograr convertir a México en un país lector.
No se trata de cuántos libros leas en un mes o en un año. Se trata de cuánto los disfrutes y de cuánto valor le aporten a tu vida.
Yo soy de los que cree con Aristóteles que la felicidad es el fin supremo de la vida. Y los libros están, en distintos momentos, en el camino a la felicidad.
No se trata de que pases tus días leyendo. La mayoría tenemos otras cosas que hacer y también otras pasiones.
La vida de todo lector es también una escala de grises y un producto que no tiene una fórmula exacta.
Lee lo que puedas, como puedas, en donde puedas, a la hora que puedas y el tiempo que puedas y quieras.
Si comenzado un libro o cualquier texto sientes que no es para ti, simplemente déjalo y pasa a otro hasta que te encuentres a ti mismo en esas páginas.
No importa el autor, no importan sus premios, no importa el prestigio ni la editorial.
Siempre hay un libro que está esperando por ti. Si eres afortunado y asumes el reto lo vas a encontrar.
Cuando alguien me pregunta por dónde hay que empezar a leer, sinceramente no sé qué decir.
Creo firmemente que cada mujer y cada hombre tienen que empezar por algo diferente. No creo, en lo personal, que exista un ABC de la lectura.
Lo que pasa es que hay quienes quieren verse en la cima sin recorrer todo el camino. Y eso no se puede.
El más grande lector no es el que más libros ha leído, por más que los presuma. Así como el más grande escritor no es aquel que más libros ha escrito. De hecho Juan Rulfo pudo morirse sin escribir “El llano en llamas”. Es mi opinión.
Tú vas a ser un gran lector en el momento en que te des cuenta que le estás agregando valor a tu vida, que eres más feliz y que, aunque no puedas regalar dinero ni cosas materiales, siempre estarás listo para tener una buena conversación que ilumine el momento de alguien más.
Por eso yo reconozco y aplaudo esfuerzos como la FILO que se resiste no solo a morir, sino a hacer una pausa.
Hoy celebra su edición número 40 y no es poca cosa.
Aquellas y aquellos que tengan en este momento la duda de por dónde empezar o por dónde hacer empezar a leer a sus hijos, es una buena ocasión.
Tal vez no encuentren la respuesta precisa, pero seguro tendrán un panorama muy amplio.
No habrá mejor ocasión que la FILO 40, y más aún ahora que la van a poder seguir desde el celular o la computadora. Vale la pena checar su programa y entrarle a todo lo que se pueda.
No tengo el gusto de conocerlo pero quiero aprovechar el espacio para felicitar a Guillermo Quijas por todo su esfuerzo y por defender, pudiendo quedarse cómodamente sentado en la oficina central de Almadía o La Proveedora, la pervivencia de la FILO a costa, incluso, de varios disgustos, desilusiones, sinsabores y hasta pérdidas.
Así es que, ¿Qué esperas? Ve a buscar ese libro que está esperando por ti.