- El senador Salomón Jara Cruz, Wilbert Santiago Valdivieso, Juan González, Flavio Sosa y ex dirigentes de la Sección 22, planearon y operaron una asonada con claros intereses sindicales, políticos y electorales
JAIME MÉNDEZ PÉREZ
Agencia JM
Domingo 2 de mayo de 2021
Oaxaca de Juárez.
No prosperó la prefabricada protesta de pseudonormalistas que utilizó el senador Salomón Jara Cruz, a través de su títere, el hasta ahora secretario de Prensa y Propaganda de la Sección 22, Wilbert Santiago Valdivieso, para agraviar a la sociedad, vandalizar oficinas, golpear periodistas, amagar a medios de comunicación, robar mobiliario y los cheques de la quincena de los maestros.
Quedó al descubierto la relación de Santiago Valdivieso con la facción de Morena que representa Salomón Jara y sus organizaciones delincuenciales, como el Frente Unido de Comunidades Oaxaqueñas (FUCO), vinculada al presidente municipal de San Blas Atempa, Antonino “Nino” Morales Toledo, reiteradamente señalado por su presunta relación con huachicoleros del Istmo de Tehuantepec.
Del lado de la Sección 22, Wilbert y Juan González, conocido como Juan CRENO porque es director de esa escuela Normal, operaron para grupos magisteriales cilindreados por Rogelio Vargas Garfias de la ultra radical Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y por los exdirigentes Luis Fernando Canseco Girón, de Praxis; Ezequiel Rosales Pacheco, de Chispa Clasista y Erangelio Mendoza González, jefe de Supervisores, quienes integran la alianza perversa conocida como “La Mini Amplia” y están confrontados con los actuales dirigentes de la CNTE en Oaxaca.
Se supo también de los lazos que mantiene la UTE con Flavio Sosa Villavicencio, quien se hiciera famoso en el conflicto del 2006, en el que participó activamente como integrante de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), paradójicamente después de ser el representante de la extrema derecha en el estado con Vicente Fox.
Todos ellos planearon y operaron una asonada con claros intereses sindicales, políticos y electorales, con la mira en las elecciones para diputados y presidentes municipales de este año y la de gobernador, del próximo año.
Buscaron, mediante estrategias de guerrilla urbana, la “represión del Estado” para propiciar su anhelada intervención policiaca, el pretexto para tratar de incendiar la capital con sus bombas molotov, las movilizaciones de sus grupos radicales y, después, extender su escalada de violencia sin sentido a todo el estado.
Como estrategia y táctica para buscar el choque frontal y jugando su última carta, bloquearon el aeropuerto para provocar a las fuerzas del orden, tanto federales como estatales.
Querían reeditar su 2006, pero fracasaron.
Lo mencionaron en una columna: “Hay quienes, en su nostalgia del 2006, buscan con desesperación que la policía los ‘reprima’ para justificar su plan de agitación y violencia sin sentido; quieren heridos y, en su locura, hasta buscan algún muerto, no importa si en la refriega los matan ellos mismos.”
Pensaron que entre el caos y la confrontación que trataron de conseguir, podrían poner de rodillas al gobierno estatal, pedirían la renuncia de por lo menos dos funcionarios y tomarían por asalto la dirigencia de la Sección 22, por supuesto, cargados con maletas de dinero como lo hicieron en el pasado.
Fallaron nuevamente. Sólo lograron que todos los oaxaqueños conocieran quiénes son y sus mezquinos y perversos intereses que los mueven, sin importarles el agravio a la sociedad y la economía local, con tal de saciar su desmedida ambición por el poder y el dinero.
Dicen que buscan “la revolución proletaria”, pero en realidad extorsionan y chantajean a los gobiernos en turno con recurrentes movilizaciones, bloqueos y violencia injustificable que perjudica a toda la sociedad.
Sin escrúpulo alguno piden millones de pesos para sus organizaciones parasitarias y para que ellos, sus parientes y sus incondicionales, sigan mamando de la ubre oficial.
A sus títeres, los porros pseudonormalistas, no les dieron más de lo que ya les habían ofrecido un mes antes, simple y sencillamente porque todas sus peticiones fueron atendidas con anticipación, como lo demostraron la SEP y el IEEPO. Por supuesto, no era un tema educativo. Tampoco tenían argumentos válidos para sus movilizaciones, como tampoco los tienen para las siguientes “jornadas de lucha” en puerta.
¿Qué pasó? Desactivaron con trabajo y estrategia política a un violento grupo de choque que intentó provocar la “represión”, operando al margen de los órganos reconocidos de la Sección 22 de la CNTE y que, incluso, siguiendo las órdenes de “La Mini Amplia”, también arremetió en contra de la dirigencia magisterial, a la que intentarán deslegitimar ahora con movilizaciones de la Escuela Normal Superior Federal de Oaxaca (ENSFO) y el penoso y lamentable engaño a los indígenas, a quienes cada día ellos mismos ahogan en la ignorancia y el abandono.
Ante la irracionalidad, prevaleció el diálogo; ante la violencia y la agresión a la sociedad, el gobierno estatal procuró que no se dieran las condiciones para que creciera este artificial conflicto, provocando mayores costos sociales, políticos y económicos.
Finalmente, en el amasijo de intereses, Wilbert Santiago también encontró apoyo y financiamiento en un priista que reiteradamente traiciona y golpea a su máximo jefe político, así como en un ex funcionario del sector educativo que añora las maletas de dinero.