Cuando hay tragedia, es lapso ideal para los oportunistas hambrientos del sufragio. Es cuando, son días que parecen mandados a hacer para poner cara de gentileza y amor mientras un asistente toma fotografías y las va guardando como la evidencia que, después o al momento, se ocupa para sobornar, extorsionar y condicionar a la lista nominal.
Saymi Pinole Delasco, repito, iba bien. Parecía trabajadora (y lo es) y que lo único que le interesaba era atender sus responsabilidades como alcaldesa de San Piter Pochutla, en la Costa de Oajacalifornia. Pero, primero, fue un audio que circuló en Redes Sociales, en el que se escucha a la presidenta costeña condicionando las ayudas sociales, coaccionando, pidiendo copias de la credencial de elector para afiliar a ciudadanos al partido Morenaza, cometiendo por lo menos un par de graves delitos.
Ahora, con la crisis que llegó con el confinamiento y las restricciones de comercio por la emergencia nacional de salud, Saymi Pinole Delasco comete algunas otras «ligeras» pero importantes muestras de rebeldía:
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1: Viola las medidas de sana distancia y otras restricciones. Se sube detrás de una persona que conduce una motocicleta mientras carga pasteles y despensas que reparte personalmente a ciudadanos, portando un disfraz de la Mujer Maravilla. Le gusta lucirse. Pese a que hay por lo menos docenas de empleados municipales que deberían trabajar en lo que les compete (con las medidas de seguridad pertinentes), ella prefiere el protagonismo y quitarles ese trabajo. Se pone a barrer personalmente las calles con el equipo de limpieza municipal, como si no estuviera enterada de qué significan la División del Trabajo y Repartir (delegar) Responsabilidades.
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2: Llega equipo de protección y otros insumos que envía el Gobierno Federal, y Saymi Pinole Delasco no especifica que son del Gobierno Federal mientras los reparte con su acostumbrado gran escándalo mediático, y el Pueblo, que no sabe, da por hecho que esos insumos que envió el Gobierno Federal son por esfuerzo PERSONAL de la alcaldesa.
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3: Y mientras ocurren las anteriores y otras cuestionables actitudes que, evidentemente, pretenden abiertamente posicionar su imagen con miras a las próximas elecciones, la presidenta Saymi Pinole Delasco ignora por horas la situación de un cadáver que quedó a su suerte en la calle, abandonado en una silla hasta el día siguiente. Un hombre había pedido ayuda para atender su salud , por un padecimiento que se había estado agravando, pero en vida ni ya fallecido, Saymi Pinole Delasco se interesó por el caso. Ello demuestra que a la alcaldesa no le interesa el Bienestar del Pueblo. Está más interesada en promocionar su rostro con un pastel en la mano, con una tiara de la Mujer Maravilla, que poner atención real en las cosas realmente trascendentes.
Saymi Pinole Delasco iba bien. Pero se enfermó de poder. El poder no es para cualquiera. Enferma fácilmente a los de mente débil.
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BenMorin
