
Por: [Omar R./ Oaxaca Vial y Noticias al Instante]
En el corazón de los Valles Centrales de Oaxaca se encuentra uno de los destinos más cautivadores de México: San Pablo Villa de Mitla. Este encantador rincón no solo es hogar de una de las zonas arqueológicas más emblemáticas del país, sino que también resguarda una riqueza cultural viva que lo convierte en un verdadero tesoro de tradiciones, historia y espiritualidad.
Mitla —que en náhuatl significa “Lugar de los Muertos” y en zapoteco Lyobaa, “Lugar de descanso”— es uno de los centros ceremoniales más importantes de la cultura zapoteca. Sus ruinas prehispánicas, únicas por sus elaborados mosaicos de piedra y grecas geométricas, hablan de una civilización avanzada y profundamente conectada con el mundo espiritual. Esta herencia histórica es más que un vestigio; es parte fundamental de la vida cotidiana de quienes habitan San Pablo Villa de Mitla.
Lo que hace aún más especial a este pueblo mágico no es solo su impresionante legado arqueológico, sino la manera en que su gente mantiene viva la tradición. En Mitla, cada festividad, cada bordado, cada platillo tradicional es un acto de resistencia cultural. Las celebraciones del Día de Muertos, por ejemplo, adquieren una intensidad única: altares cubiertos de flores, comida, veladoras y mezcal honran a los antepasados con una mezcla de solemnidad y alegría que conmueve a cualquier visitante.
Hoy tiene un gobierno municipal que encabeza Esaú López Quero, que trabaja de la mano con su gente.
La comunidad de Mitla es ejemplo de identidad y orgullo. Los artesanos textiles preservan técnicas ancestrales del telar de cintura y de pedal, dando vida a prendas llenas de simbolismo. Los curanderos y sabios tradicionales aún practican rituales que sanan el cuerpo y el alma, atrayendo a quienes buscan reconectar con lo esencial.
El nombramiento de San Pablo Villa de Mitla como Pueblo Mágico no es casualidad. Este reconocimiento resalta su valor histórico, arquitectónico, natural y humano. Ser Pueblo Mágico implica una responsabilidad: preservar su patrimonio, pero también compartirlo con respeto y admiración. Mitla no es un museo al aire libre; es un pueblo vivo, vibrante, en donde el pasado y el presente se entrelazan con armonía.
Caminar por sus calles empedradas, probar su pan de muerto, escuchar las historias contadas por los abuelos, participar en una procesión, o simplemente admirar la serenidad de sus paisajes oaxaqueños, es una experiencia transformadora.
San Pablo Villa de Mitla no solo es un destino turístico: es un alma que se deja sentir. Un lugar donde el tiempo parece detenerse para recordarnos la grandeza de nuestras raíces.
Mitla vive, y con ella, México.